El Xeneize se quedó con la versión 2023/2024 de la Liga Nacional de Básquet y en Desde la Boca se contó el paso a paso de la conquista.
“Cuando me tocó agarrar, soñábamos con esto. El equipo tuvo un carácter tremendo. La gente se merecía esta alegría, también nosotros. Dejamos el ego de lado por el bien de la institución. Nuestro único objetivo era hacer que el club mejorase para llegar al objetivo”, dice Gonzalo Francisco Pérez, el tercer entrenador más joven que logra consagrarse en el máximo nivel de nuestro básquetbol.
No es preciso aclarar a qué nos referimos cuando utilizamos la definición A lo Boca. Esta Liga Nacional -cuarta que logra la institución, 17 años después de su anterior conquista- se inscribe en ese concepto ya instalado, que trasciende los límites deportivos e implica una forma de vivir, de jugar y, en un club tan influido emocionalmente por los resultados, de ganar. Llevarse algo A lo Boca, en este caso un título, es hacerlo con más dosis de fuerza que ciencia, más sentimiento que pensamiento, viniendo desde atrás, remando contra corriente, con la cátedra pronosticando una debacle, en condiciones de alta adversidad.
El 11 de abril, dos días después de una ajustada caída (87-85) contra Instituto como visitante, Boca comunicó la cesantía del entrenador Carlos Alberto Duro. El equipo tenía récord de 17 triunfos y 12 derrotas -algunas inesperadas, por ejemplo las sufridas ante Unión o Riachuelo- y un rendimiento bastante inferior a las expectativas generadas. Asumió el asistente Polaco Pérez (Pola, un pibe criado en el club) y, con apenas 30 años y sin experiencia como DT principal, condujo un cierre de fase regular que le permitió al Xeneize ubicarse cuarto con un registro de 24-14.
“Ha sido un proceso largo de mucho trabajo, desde que asumimos tuvimos que reordenar muchas cuestiones que estaban mal. Quizás demoré la salida de Carlos. Le quise dar otra oportunidad porque es una muy buena persona y él había armado este plantel”, cuenta Alejandro Oscar Desimone, conocido como Bochón, vocal de Comisión Directiva, máximo responsable de la actividad desde diciembre de 2019 e impulsor de las reformas en la Bombonerita.
El inicio de los playoffs no fue sencillo para el tetracampeón. Perdía por 13 puntos durante el último cuarto del primer partido con San Lorenzo. Acabó imponiéndose con una ráfaga de Leonardo Mainoldi, uno de los veteranos de la plantilla. Fue 2-0 al Roberto Pando de Boedo, reducto hostil, desde donde -tras la caída en el juego 3- se trajo la clasificación a semi por cuarta temporada consecutiva. Ya era un mérito.
Se cruzó otra vez con Quimsa, campeón de América y su verdugo en ediciones anteriores. Quedó dos veces en desventaja: 0-1 y 1-2. Necesitaba dos triunfos consecutivos para eliminar al último campeón. Consiguió el primero en Buenos Aires y el segundo en Santiago del Estero, en tiempo suplementario, pese a la lesión sufrida por Carlos Leonel Schattmann. El propio escolta elogió luego la capacidad de sus compañeros: “Tenemos jugadores ganadores, que saben afrontar este tipo de instancias. Aprovechamos nuestro momento y supimos sacar ventaja. Nunca bajamos los brazos”.
Le tocaba Instituto en la definición. Y tampoco fue fácil: dos caídas en Córdoba, ambas en tiempo extra. El empate en la Bombonerita y el regreso a La Docta para volver con el match point, en una noche a puro bombazo: 15-30 triples.
El viernes 19 de julio, otra fecha que se incorpora al calendario de las efemérides xeneizes, no dejó que se le escapara la corona. Fue arriba casi todo el partido y llegó a escaparse por más de 20. Al cabo terminó 79-72, sin sufrimiento, sin apelar a la histórica garra, con José Ignacio Vildoza (MVP) y Marcos Daniel Mata (capitán) como figuras.
El festejo, sí, fue A lo Boca, pizza y brindis del grupo y sus familias en la Banchero de Almirante Brown y Suárez, la original, hasta casi el amanecer.
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