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Perfiles Xeneizes | Guido Mosenson

El arquero y referente del equipo de futsal, se suma al ciclo de entrevistas y cuenta la felicidad de retornar al club, los amigos, el significado de sus tatuajes, la admiración por los arqueros de fútbol 11 y mucho más.

Aunque cargue con una justa fama de sufrido, pues un mínimo error lo condena, el arquero tiene sus gratificaciones. Para los ocupantes del puesto estuvo destinada una de las primeras canciones de tribuna, la que nos contaba sobre una maravilla atajando penales en una silla.

Guido Mosenson, sentado aquí en medio del Benito Quinquela Martín, es un representante de ese estoico sindicato de los que todos los días son peloteados. Y aunque se trate de un muchacho de 31 años, igual que los viejos destinatarios de aquel estribillo, desde Américo Tesoriere hasta Antonio Roma, él tampoco utiliza guantes. “Es para facilitar el agarre de la pelota. Algunos los usan, yo apenas me pongo unas vendas en los dedos”, cuenta Mosenson en un tono apenas audible por el alboroto que genera la entrada de pibes y pibas de la colonia al gimnasio.

“Siempre fui arquero, desde chiquito en Hebraica. Cuando juego con amigos quieren mandarme al arco, pero es mucha responsabilidad. ¿Cómo van a meterme un gol si atajo en Boca? Por eso prefiero jugar de defensor, lateral en la derecha, tranquilo…”, comenta. Si bien disfruta de la rapidez y el vértigo que son distintivos del futsal, le gusta ver a equipos que, como los de Guardiola, cultivan el control de la pelota.

Convocado por el técnico Hernán Garcias (con ese final) tras un año sin actividad deportiva profesional, Guido está de regreso en un club que “para todas las competencias se plantea los máximos objetivos”. Junto a Constantino Vaporaki, compañero en la Selección campeona mundial 2016, hoy es -por edad y trayectoria- uno de los referentes de un plantel renovado, con muchos jóvenes.

Luce algunos tatuajes, como la mayoría de los colegas, en su caso con toques artísticos: letras de Charly García, por ejemplo. También, signo de época, se muestra activo en las redes, donde suele compartir imágenes de visitas a sitios con mucha fuerza histórica, como Pearl Harbor o Hiroshima. “A mi mujer y a mí nos gusta viajar. Tuve la chance de abrir algunos pasajes en giras de la Selección y fuimos a esos lugares. Me interesaba conocerlos, estar donde ocurrieron hechos importantes que siempre debemos recordar”, señala.

Admite sin rubores su admiración por los arqueros de fútbol 11, sobre todo por la precisión y el alcance de sus pegadas. Y cuenta entre risas la sorpresa que se llevó al ver a Carlos Izquierdoz en el gimnasio: “Levantaba unos pesos que para nosotros eran imposibles”. Se lo nota feliz a Guido en su retorno al club. Hasta parece disfrutar de las prácticas, más allá de las sesiones diarias de fusilamientos. “A diferencia del fútbol convencional, en el futsal -compara- no padecés los centros por arriba. Eso sí: tenés que acostumbrarte a unos pelotazos tremendos”, remata.