El entrenador repasa una carrera que empezó en Mar del Plata y lo llevó a recorrer buena parte del país y de la región.
Como casi todos los de su camada, Guillermo Narvarte (Mar del Plata, 1965) hizo un curso práctico de entrenador en los inicios de la Liga Nacional. Él -a la par de Julio Lamas, Sergio Hernández, Oscar Sánchez, Néstor y Gonzalo García, para citar a los de mayor predicamento- tenía veintipico de años cuando empezaron a surgir ofertas para dirigir equipos de básquet en pueblos australes, norteños o costeros.
Tras una experiencia en las divisiones formativas de su ciudad, Guillermo arrancó en Plaza Huincul, Neuquén, y se anotó en el fichero de los técnicos con proyección cuando condujo al seleccionado provincial, sorpresivo campeón argentino de mayores en 1995. Chile, Venezuela y Uruguay fueron los destinos de este laburante itinerario, que todavía se ríe cuando recuerda una de las primeras preguntas de su suegro. “¿Usted a qué se dedica?”, quiso saber el hombre. “Soy entrenador de básquet”, le dijo el pretendiente. “Ah, ¿y de qué trabaja?”, insistió su futuro pariente.
Narvarte trabaja en el club desde hace ya tres temporadas y no deja de sorprenderse. “Me intrigaba eso del Mundo Boca y creo que empecé a conocerlo apenas llegué, cuando me deben haber saludado unas 50 personas”, recuerda. “Boca siempre apunta a ganar en todo y estando adentro, en el día a día, percibís que a la larga va a ganar, porque es muy grande”, afirma.
Su origen en el Kimberley marplatense y la participación de su padre en transmisiones radiales lo acercaron de pibe al fútbol. Aquel pequeño club de barrio participó de los Nacionales a principio de la década del 70 y cobró fama planetaria en 1978, cuando el seleccionado francés usó su camiseta verdiblanca en un partido del Mundial desarrollado en nuestro país.
Aunque se resiste, Guillermo ensaya una comparación con el básquet: “En el fútbol los intereses son más inmediatos y la influencia mediática es mayor. Eso explica que en más de 20 años la Generación Dorada haya tenido apenas tres entrenadores”.
Él integró en 2008 uno de esos cuerpos técnicos, el ganador del bronce en los Juegos Olímpicos de Londres. “Fue un máster”, resume. “Hoy el entrenador argentino, que para mí ayudó mucho al crecimiento del básquet desde los tiempos de León Najnudel, es muy respetado en Sudamérica. Por eso hay compatriotas en tantos equipos de la región”, comenta, describiendo una realidad que hasta poco tiempo atrás era inimaginable. Sobre todo para el suegro…