El Xeneize está en semifinales de Copa Libertadores. Fue 0-0 en el tiempo reglamentario y 4-1 en los penales ante Racing para meterse entre los cuatro mejores de América.
Fue un sufrimiento en continuado. Con leves momentos de dominio para cada uno de los dos equipos, pero con muchísimo nerviosismo y disputándose cada pelota como si fuera la última. Así fue en la Bombonera y también en Avellaneda. Y como consecuencia casi lógica de ese juego de ajedrez, llegaron los penales para definir al semifinalista.
Y allí, Boca fue Boca. Efectividad máxima en sus cuatro ejecutantes (Zeballos, Janson, Cavani y Rojo) y un Chiquito Romero enorme (atajó los disparos de Piovi y Sigali, solamente anotó Quintero) para ganar una serie de penales en la que fue primero dominador moral y luego real de todo lo sucedido. Es que fue, literalmente, a lo Boca. Como lo dice su historia.
Finales de septiembre y comienzos de octubre ante el durísimo Palmeiras, en una serie que arrancará en la Bombonera y que se definirá en San Pablo. Esa es la hoja de ruta buscando llegar a la final de la Copa Libertadores. Falta mucho, ahora es tiempo de festejar y, claro, de pensar en Tigre porque esto sigue. Y Boca va. Como indica su gloriosa historia.