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Siempre guerreras

El equipo de vóley femenino consiguió una estrella más. Se tomó revancha ante Estudiantes y alzó la Copa Alcides Márquez en un Quinquela que se vistió de fiesta.

Ellas, siempre ellas. Boca se consagró campeón de la Copa Alcides Márquez de vóley femenino. Una estrella más para un equipo que siempre va por todo.

El golpe había sido duro. Boca era el gran candidato a quedarse con la Liga Argentina Femenina, competencia nacional que oficia de apertura del año calendario del vóley femenino. El Xeneize había tenido un comienzo de torneo formidable, jugaba el partido definitorio de la semifinal ante Estudiantes (La Plata) en una Bombonerita llena de pasión, pero el Pincha se interpuso en el camino y frustró los planes.

Pero si hay algo que sabe este equipo es reinventarse. Ya sea sobreponerse de las derrotas (pocas) que sufre, o ir por más gloria cuando la marea es positiva. Mantuvo la base, sumó la vuelta de Corbalán y le agregó la llegada de una Daiana López que en San Lorenzo había dado muestras de su capacidad para que el próximo desafío sí termine con final feliz. Y se trataba de la Copa Alcides Márquez a partir del mes de junio, en la apertura de la parte metropolitana del calendario.

Universidad Nacional de Tres de Febrero, Vélez Sarsfield, Gimnasia (La Plata), San Lorenzo y Universidad Nacional de Matanza fueron los clubes con los que Boca compartió grupo. Avanzó como uno de los dos mejores de la zona. Allí se cruzó con rivales de la otra llave, como River, Ferro o Estudiantes (La Plata). Había llegado el turno de olvidarse de la LAF, volver al ruedo e intentar ir por todo una vez más. Algo que este equipo hace siempre tan bien.

Las dirigidas por Eduardo Allona derrotaron en el arranque de la Copa a los tres rivales que aparentemente eran los más débiles (UNTREF, UNLaM y Vélez), quedando los dos mano a mano decisivos para el final. Una cómoda victoria ante las Lobas aseguró el pase a semifinales, quedando para la anécdota y la estadística la derrota ante San Lorenzo en Boedo de la última jornada. Objetivo cumplido y a ir por las semifinales a partido único ante Ferro Carril Oeste en Caballito.

Ferro había ganado su grupo de manera invicta, por lo que se había quedado con la ventaja de la localía para el trascendental duelo ante el Xeneize. Pero el equipo de Eduardo Allona no defrauda prácticamente nunca, y menos aún en los partidos definitorios, esos que deciden muchas cosas. Parciales de 22-25, 17-25 y 20-25 para sellar un 3-0 que, unido a la clasificación de Estudiantes ante San Lorenzo en Boedo, le daban a Boca no solamente el pase a la final sino también la localía.

Y el jueves 18 de julio era la cita con la gloria. Una vez más. El Quinquela se vistió como en sus mejores noches. Boca salió con todo, con un doble objetivo. Lavar su alma ante el rival que lo había eliminado de la LAF y, además, bañarse de gloria. Las dudas previas quedaron rápidamente en el camino, los parciales de 25-10, 25-15 y 25-11 hablan a las claras de la superioridad de Boca ante un Pincha que jamás pudo siquiera hacer pie en el partido definitorio de la Copa.

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